martes, 4 de agosto de 2015

PAZ



Juan 14:25-31
Estas cosas os he dicho estando con vosotros. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho. La paz de Cristo. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Oísteis que yo os dije: “Me voy, y vendré a vosotros.” Si me amarais, os regocijaríais porque voy al Padre, ya que el Padre es mayor que yo. Y os lo he dicho ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, creáis. No hablaré mucho más con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo, y él no tiene nada en mí; pero para que el mundo sepa que yo amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vámonos de aquí".
Una de las cosas más maravillosas y sorprendentes y dulces en la Biblia es darnos cuenta de que solo unas horas antes que Jesús fuera crucificado, Él estaba preocupado por la paz y el gozo y la fe de sus seguidores. Piénselo. Él está a punto de ser torturado hasta morir con uno de los medios de tortura más horrible alguna vez ideado, y Su preocupación era solidificar la paz y el gozo y la fe en las almas de Sus seguidores.


¿Qué hubiéramos hecho nosotros si no solo supiéramos que mañana moriríamos, sino que también seríamos torturados por quién sabe cuánto tiempo? Supongo que estaríamos desesperados por encontrar nuestra propia paz, y nuestro propio gozo, y nuestra propia fe. Probablemente no estaríamos derramando nuestra preocupación por la paz y el gozo y la fe de nuestros amigos y familiares. A menos que Jesús nos hubiera llenado con Su paz y gozo y fe, a fin de que estuviéramos libres para pensar en los demás.

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